Perpiñán durante la Revolución Francesa: libertad, fronteras y sospechas
Una tormenta en París y sus repercusiones en Perpiñán: 1789
Cuando cayó la Bastilla en París en julio de 1789, Perpiñán se sentía muy lejos de la Revolución. Aquí, la gente seguía hablando catalán en casa, respetaba al clero y veía la política parisina como algo lejano y distante.
Pero las repercusiones no tardaron en llegar y se extendió la noticia de los nuevos derechos, el fin de los privilegios nobiliarios y la redacción de la Declaración de los Derechos del Hombre. En los cafés y plazas de Perpiñán, estudiantes y comerciantes debatían estas extrañas ideas nuevas. ¿Era este el amanecer de la libertad o el comienzo del caos?
Casas nobles abandonadas – Década de 1790
A medida que la Revolución se intensificaba, la nobleza huyó. Las mansiones alrededor de la Place Arago y la Rue Mailly fueron tapiadas y algunas familias aristocráticas escaparon a través de los Pirineos hacia la Cataluña española. Otros intentaron pasar desapercibidos, vistiendo con sencillez y fingiendo ser «patriotas».
Las órdenes religiosas tradicionales de Perpiñán también fueron objeto de persecución. Se cerraron iglesias, se disolvieron monasterios y se obligó a los sacerdotes a jurar lealtad al nuevo régimen. Muchos se negaron y fueron exiliados o arrestados.
El fin de la universidad: 1793
La Universidad de Perpiñán, una institución orgullosa desde 1349, era considerada demasiado aristocrática y leal al antiguo orden, por lo que fue cerrada en 1793 y sus libros y bienes confiscados. La ciudad perdió un importante centro intelectual y la universidad no volvería a abrir hasta más de un siglo después.
La guerra llega a la frontera – 1793-1794
En 1793, Francia declaró la guerra a España y Perpiñán se convirtió en un frente militar. Las tropas españolas cruzaron la frontera y capturaron partes del Rosellón. Durante un breve periodo de tiempo, la región estuvo amenazada de volver a la corona española.
Sin embargo, las fuerzas revolucionarias francesas contraatacaron con dureza. Hubo batallas en Peyrestortes y Le Boulou, y Perpiñán se llenó de soldados, cañones y barricadas. Tras un año de intensos combates, los españoles fueron expulsados y se aseguró la frontera francesa.
Llega la guillotina – 1794
El Reinado del Terror se apoderó de Francia y llegó hasta Perpiñán. Se instaló una guillotina en la Place de la Loge y se llevaron a cabo numerosas ejecuciones de realistas, sacerdotes o supuestos «enemigos de la Revolución».
Los habitantes de Perpiñán observaban con terror. Esto no era París; se trataba de rostros conocidos. Algunas de las víctimas habían sido ciudadanos respetados y ahora eran arrastrados al cadalso por oponerse al gobierno central.
Identidad catalana frente a uniformidad francesa
La Revolución prometía libertad, igualdad y fraternidad, pero también trajo consigo una estricta centralización. La lengua y las costumbres catalanas de Perpiñán fueron restringidas. El francés se convirtió en la única lengua oficial. Las fiestas locales fueron renombradas y los santos catalanes fueron sustituidos por símbolos revolucionarios como «Razón» y «Libertad».
En las escuelas, se enseñaba a los niños que eran «ciudadanos de la República», no catalanes del Rosellón. La transición no fue fácil y los vestigios de la resistencia permanecieron durante décadas.